Los herederos de la ‘siccina’ romana
La deshidratación de la carne con salazón no es algo nuevo, ya lo hacían los romanos para conservarla en buenas condiciones. Así elaboraban la siccina, el origen de la cecina, y que cuanto más seca estuviera, mejor sabor se obtenía.
Esto es algo que saben bien en Cecinas de Villarramiel, antiguamente Cecinas Fernández, que para preparar sus productos siguen un proceso heredado de la tradición: salar las piezas, adobarlas con aliños de ajo, orégano, pimentón y sal y a secar. Un desarrollo lento y donde el tiempo y la paciencia juegan un papel definitivo en la calidad final.
Es la misma técnica con la que empezaron el negocio en 1947, en Villarramiel. Una que les ha funcionado bien y les ha permitido conseguir el distintivo de Alimentos de Palencia.
Aunque su calidad no se debe únicamente a su secado, también a la carne que utilizan. Carne de caballo, tan típica y prestigiosa en la zona desde hace décadas. Un materia prima que es más blanda y menos fibrosa; con un sabor suave, omega 3 y menos grasas. Más sana que la de cerdo.
Entre su oferta destacan las piezas de cecina enteras, que pueden ser de hasta 3 kilos, los tacos envasados al vacío y sus chorizos y salchichones—también de caballo—. Una propuesta que no tiene desperdicio.